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TEORÍAS HUMANISTAS

¿De qué se tratan las Teorías Humanistas?

Psicología humanista | magnolierblog

La psicología humanista tiene como principal característica considerar al ser humano como un todo, sabiendo que existen múltiples factores que intervienen en la salud mental, en su crecimiento personal y en su autorrealización. Entre ellas convergen e interrelacionan aspectos como las emociones, el cuerpo, los sentimientos, la conducta, los pensamientos, etc.

Esta perspectiva teórica y práctica se alza a día de hoy como una de las corrientes psicológicas más destacables. Es un legado que vale la pena conocer y que nos puede dotar sin duda de valiosas herramientas: el autoconocimiento y autodescubrimiento, competencias para el cambio, relaciones sociales, fortalecimiento de la autoestima, etc.

Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”.

-Carl Rogers

Pocos enfoques de la psicología ponen de forma directa su mirada en los rasgos y comportamientos positivos del ser humano. Es a partir de estas dimensiones desde donde debemos partir para favorecer la curación, el crecimiento y el cambio. Dentro de nosotros mismos hay una capacidad altamente valiosa que puede garantizar nuestro bienestar y equilibrio.

Las primeras pistas a la hora de situar la Psicología Humanista en el mapa de las corrientes psicológicas las encontramos en uno de sus principales abanderados: Abraham Maslow (el creador de lo que hoy se conoce como la Pirámide de Maslow de las necesidades humanas). 

En su libro La Personalidad Creadora, Maslow habla de tres ciencias o grandes categorías aisladas desde las que se estudia la psique humana. Una de ellas es la corriente conductista y objetivista, que parte del paradigma positivista de la ciencia y que trata fenómenos comportamentales objetivables, sin atribuirles causas mentales. En segundo lugar se encuentra lo que él llama "las psicologías freudianas", que ponen énfasis en el papel del subconsciente para explicar el comportamiento humano y, especialmente, la psicopatología. 

Finalmente, Maslow habla de la corriente a la que él se adscribe: la Psicología Humanista. Esta tercera corriente, sin embargo, tiene una peculiaridad. La Psicología Humanista no niega los dos enfoques anteriores, sino que los abarca partiendo de otra filosofía de la ciencia. Más allá de ser una serie de métodos a través de los cuales estudiar e intervenir sobre el ser humano, tiene su razón de ser en una manera de entender las cosas, una filosofía singular. Concretamente, esta escuela se fundamenta en dos movimientos filosóficos: la fenomenología y el existencialismo.

¿Qué es Fenomenología y Existencialismo?

Fenomenología

No es sencillo describir en unas pocas líneas dos conceptos sobre los que se ha escrito tanto. En primer lugar, y simplificándolo todo un poco, la concepción de la fenomenología puede ser abordada explicando la idea de fenómeno. De hecho, el filósofo alemán Martin Heidegger lo define como "aquello en que algo puede hacerse patente, visible en sí mismo". Para la fenomenología, pues, lo que percibimos como lo real es la realidad última. 

Desde la fenomenología se remarca el hecho de que nunca somos capaces de experimentar "la realidad en sí" de manera directa (ya que nuestros sentidos actúan como filtro de esta información), mientras que ocurre lo contrario con aquellos aspectos subjetivos de los que somos conscientes. Es decir, se apela a la experiencia intelectual y emocional como las fuentes legítimas de conocimiento, una reivindicación que recoge también la Psicología Humanista.

Existencialismo

Por su parte, el existencialismo es una corriente filosófica que propone una reflexión sobre la propia existencia humana. Dos de sus postulados que más influyen sobre la Psicología Humanista son los siguientes:

  1. La existencia humana es reflexiva gracias a la consciencia. De la consciencia surge la angustia vital de buscarle un sentido a la existencia.
  2. La existencia del ser humano es cambiante y dinámica por su propia naturaleza, es decir, se va desarrollando. A través del desarrollo de la existencia, concretado en su toma de decisiones, se llega a la esencia, que puede ser auténtica o inauténtica dependiendo de su congruencia con el proyecto de vida de la persona.

En definitiva, tanto la fenomenología como el existencialismo ponen el énfasis en la consciencia y la capacidad del hombre para decidir, en todo momento, qué hacer, movido en última instancia por su intencionalidad y no por su biología o entorno, apartándose así del innatismo y el ambientalismo. La Psicología Humanista recoge esta herencia y la orienta al estudio e intervención sobre la toma de decisiones, la capacidad para crear un proyecto de vida consistente, la consciencia humana y la reflexión a partir de esta experiencia, que es subjetiva en parte. 

Además, como esta corriente de psicólogos asimila ideas como la búsqueda existencial, su discurso suele hacer referencia a las "potencialidades" del ser humano, es decir, aquellas etapas de su desarrollo que lo separan del estado al que aspira. La naturaleza de este desarrollo no es biológica, sino bastante más inefable: se trata de una progresión de estados subjetivos en los que la persona se pregunta constantemente el por qué de lo que le ocurre, el significado de lo que está viviendo, y qué puede hacer para mejorar su situación. 

Teniendo en cuenta que "lo que está viviendo" es algo totalmente privado y fuera del alcance de miradas ajenas, se entiende que desde una perspectiva humanista esta búsqueda existencial sea responsabilidad del propio sujeto que la experimenta y que el psicólogo tenga un papel secundario como facilitador del proceso.

Abraham Maslow

Biografía del psicólogo humanista Abraham Maslow

Biografía 

Abraham Maslow nació el 1 de abril de 1908 en el condado neoyorquino de Brooklyn, en el núcleo de una familia judía de origen ruso que emigró a los Estados Unidos. Maslow fue el primero de siete hermanos, siendo el primogénito de Samuel y Rose Maslow. Su infancia no fue especialmente feliz, siendo ambos progenitores excesivamente exigentes con él y vejándolo a menudo.

Su padre le veía como tonto y repugnante, cosa que disminuiría la autoestima del pequeño en gran medida. En lo que respecta a su madre, el mismo Maslow indicó que no le proporcionó amor ni afecto durante su infancia y se caracterizó por una excesiva dureza, exigencia, rigidez e incluso crueldad para con él, hasta el punto de que llegaría a odiarla e incluso muchos años después a negarse a ir a su entierro.

Además de su vida familiar, la infancia del joven Maslow estuvo marcada por la soledad y la discriminación social por sus orígenes, siendo un niño solitario cuyo único refugio serían los libros. Ya desde la infancia Maslow manifestaba una gran inteligencia y curiosidad por aprender, siendo la lectura una de sus pasatiempos favoritos y mostrando un elevado rendimiento académico ya desde sus inicios.

A los diecisiete años decidió interesarse por el ámbito legal con el fin de satisfacer a sus padres, inscribiéndose en 1926 en el City College de Nueva York y en la Brooklyn Law School para estudiar derecho y leyes. Sin embargo poco tiempo después se daría cuenta de que el ámbito legal no era de su agrado y terminaría abandonando dichos estudios.

Fue transferido a la Universidad de Cornell con el fin de estudiar psicología, pero la asistencia a un breve curso de introducción a la psicología por parte de Edward Titchener le desanimaron de ello y tras el primer semestre volvió al City College de Nueva York. Tras ello se transferiría a la Universidad de Wisconsin, donde finalmente sí realizaría estudios de psicología.

Aún siendo estudiante se casó en contra de la opinión familiar con Bertha Goodman, una de sus primas, en 1928. Se mudó con ella a Wisconsin el mismo año, de manera que pudiese estudiar en dicha ciudad. Este matrimonio le aportó el amor y el afecto que no había tenido en épocas anteriores, llegando a decir el autor que su vida empezaría a partir de entonces. Con ella tendría dos hijas.

Dos años después, en 1930, se graduó en la Universidad de Wisconsin. Un año después recibiría el título de máster. Asimismo, tras ello realizaría en esa misma universidad el doctorado, siendo su mentor Harry Harlow. Junto con él Maslow realizará el que sería su primer estudio relevante, analizando el comportamiento sexual y de dominancia y poder en primates. Se doctoraría en 1934.

Tras terminar sus estudios empezaría a trabajar como docente en la misma universidad durante un corto período de tiempo. Sin embargo, en 1935 se trasladaría a la Universidad de Columbia, donde trabajaría como investigador junto a Thorndike, así como con Alfred Adler. Ello la haría visualizar dos de las principales corrientes teóricas, conductismo y psicoanálisis, apreciando las virtudes y defectos de cada una.

En dicha universidad realizaría una por aquel entonces controvertida investigación sobre la sexualidad femenina (empleando para ellos conceptos derivados del psicoanálisis), descubriendo aspectos sobre la relación entre dominancia y sexualidad y la atracción por ciertas características en función del propio grado de dominancia y publicando diversos artículos al respecto.

En 1937 volvió a la Universidad de Brooklyn, permaneciendo en ella hasta 1951 y ejerciendo como profesor catedrático. Tendría contacto con Wertheimer (uno de los principales fundadores de la Gestalt) y la antropóloga Ruth Benedict, estableciendo cierta amistad y siendo grandes influencias en su pensamiento.

La entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial en 1941 le vino siendo demasiado mayor para alistarse, no siendo considerado apto para el servicio militar. Sin embargo, dicho conflicto le movió a investigar sobre las causas del odio y los prejuicios, así como también de otras emociones y relaciones. En 1943 empezaría a proponer la existencia de una jerarquía de necesidades en su publicación “Una teoría de la motivación humana”.

En 1947 Maslow sufrió una ataque al corazón y tuvo que tomarse una baja, trasladándose a California con su familia. Tras su recuperación, en 1949 volvería a la Universidad.

En 1951 sería contratado en el departamento de psicología de la Universidad de Brandeis, asumiendo su liderazgo y actuando como profesor. En esta universidad conocería la teoría y el concepto de autorrealización de Goldstein. Sería en esta etapa en la que terminaría de impulsar y perfilar la que también es denominada la tercera fuerza de la psicología, la Psicología Humanista, y crearía la famosa pirámide de Maslow. En 1954 publica “Motivation and Personality”, donde expande su teoría y modelo.

Debido a sus múltiples contribuciones a la psicología, en 1966 Maslow sería elegido presidente de la American Psychological Association.

Según pasaban los años, la salud de Maslow empezaría a menguar, empezando a padecer problemas de corazón. En 1967 padeció un infarto, del que logró sobrevivir, pero que junto a otros problemas de salud le hizo tener que dimitir de su puesto de docente. Tras ello se dedicó a intentar establecer una ética en la práctica de la psicología humanista.

En 1970, concretamente el día 8 de Junio, Abraham Maslow sufrió otro infarto de miocardio, muriendo a los 62 años de edad.

El legado de este autor es amplio, siendo uno de los principales creadores de la corriente humanista en psicología y sirviendo como precursor a psicologías como la positiva. Sus teorías son ampliamente conocidas y utilizadas en diversos ámbitos, tanto a nivel clínico como empresarial.

La Pirámide de Maslow

Actualmente en psicología, existen muchas teorías que tienen como finalidad aumentar nuestro bienestar emocional así como nuestra propia motivación para que llevemos a cabo nuestro objetivos vitales y podamos experimentar los beneficios que trae consigo nuestro propio desarrollo personal. Una de estas teorías es la de la motivación humana del psicólogo Abraham Maslow quien identificó cuales son las principales necesidades de los seres humanos y las clasificó en categorías de acuerdo a un orden jerárquico de importancia para la supervivencia y nuestra propia capacidad de motivación.

Este psicólogo humanista sugiere que cada vez que las personas vamos satisfaciendo nuestras propias necesidades, van apareciendo otras más a lo largo del camino, las cuales también vamos a pretender satisfacer para sentirnos más plenos y realizados.

Para el psicólogo Abraham Maslow, las necesidades que tenemos los seres humanos nos impulsan para tener la fuerza de voluntad para superar todas las dificultades que se nos presenten día con día. Cuando hablamos de motivación nos referimos a esas ganas que nos impulsan a querer conseguir algún objetivo y satisfacer nuestras necesidades humanas. Es por esto que Maslow, se dedicó a investigar cuales son aquellas necesidades que tenemos las personas y finalmente creó un modelo conocido como la pirámide de Maslow. Este modelo consta de 5 niveles jerárquicos que son los siguientes:

 

La pirámide de Maslow al microscopio — Psico-K

1. Necesidades básicas o fisiológicas

Al ser las necesidades básicas aquellas implicadas en nuestra propia supervivencia, se encuentran el poder respirar, comer y beber, vestirse, tener relaciones sexuales, etc. Por ejemplo una persona que cuenta con la ropa adecuada para cubrirse del frío en invierno y pueda alimentarse de manera adecuada, se puede decir que tiene cubiertas las necesidades básicas o fisiológicas que le permiten sobrevivir.

Por el contrario, una persona que vive en la calle y pasa hambre y frío, no tiene cubiertas este tipo de necesidades que necesitamos para sobrevivir por lo que corre el riesgo de no poder lograrlo.

2. Seguridad

Dentro de este grupo de necesidades se encuentran todas aquellas que nos brindan una seguridad y que nos hacen sentir protegidos al brindarnos independencia y autosuficiencia. Por ejemplo, una persona que tiene un techo donde dormir, tiene la suficiente salud para trabajar y poder pagar la renta de un piso y ser intendependiente, se considera una persona que tiene cubierta este tipo de necesidad.

Por el contrario, una persona que no tiene bien satisfecha este tipo de necesidad puede que no tenga empleo, no tenga buena salud y tampoco tenga un techo donde dormir que le brinde seguridad y confort, entre otro tipo de cosas que hacen que la persona no tenga su propia independencia.

3. Afiliación

Una persona que tiene cubierta este tipo de necesidad, se siente parte de un grupo social y por lo tanto se siente apreciado y valorado por los miembros de ese grupo. Por ejemplo, una persona que tiene una familia con la que sabe que puede contar, un grupo de amigos a los cuales acudir cuando necesita de compañía y de algunos consejos, puede que tenga una pareja en la que puede confiar y una intimidad sexual.

Por el contrario, una persona que no tiene satisfecha esa necesidad, se siente sola y aislada de la sociedad ya que no pertenece a ningún grupo social ni cuenta con una familia que la apoye.

4. Reconocimiento

Cuando una persona tiene más o menos satisfechas todas las necesidades anteriormente descritas, esta es la siguiente necesidad que deseará satisfacer. Una persona que tiene satisfecha esta necesidad se siente segura de sí misma y sabe reconocer su valía personal. Un claro ejemplo sería una persona que se desempeña de manera eficaz en su trabajo, le gusta lo que hace y las demás personas le reconocen por su labor.

Por el contrario, una persona que no tiene cubierta esta necesidad, tiene una baja autoestima, no se considera apto para lo que hace, no se siente a gusto en su trabajo y nadie le reconoce su labor.

La versión negativa de estas necesidades es una baja autoestima y complejos de inferioridad. Maslow creía que Adler había descubierto algo importante cuando propuso que esto estaba en la raíz de muchos y cuidado si en la mayoría de nuestros problemas psicológicos.

Maslow llama a todos estos cuatro niveles anteriores necesidades de déficit o Necesidades-D. Si no tenemos demasiado de algo, sentimos la necesidad. Pero si logramos todo lo que necesitamos, no sentimos nada, en otras palabras, dejan de ser motivantes.

Maslow considera a todas estas necesidades como esencialmente vitales. Incluso el amor y la estima son necesarias para el mantenimiento de la salud. Afirma que todas estas necesidades están construidas genéticamente en todos nosotros, como los instintos. De hecho, les llama necesidades instintoides (casi instintivas).

En términos de desarrollo general, nos movemos a través de estos niveles como si fueran estadios. De recién nacidos, nuestros foco (o casi nuestro completo complejo de necesidades) está en lo fisiológico. Inmediatamente, empezamos a reconocer que necesitamos estar seguros. Poco tiempo después, buscamos atención y afecto. Un poco más tarde, buscamos la autoestima. 

Bajo condiciones de estrés o cuando nuestra supervivencia está amenazada, podemos "regresar" a un nivel de necesidad menor. Cuando nuestra gran empresa ha quebrado, podríamos buscar un poco de atención. Cuando nuestra familia nos abandona, parece que a partir de ahí lo único que necesitamos es amor. Cuando logramos alcanzar el capítulo 11, parece que inmediatamente sólo nos preocupa el dinero.

Maslow sugiere que podríamos preguntarles a las personas sobre su "filosofía de futuro" ­cuál sería su ideal de vida o del mundo, y así conseguir suficiente información sobre cuáles de sus necesidades están cubiertas y cuáles no.

Si tienes problemas significativos a lo largo de tu desarrollo (por ejemplo, periodos más o menos largos de inseguridad o rabia en la infancia, o la pérdida de un miembro familiar por muerte o divorcio, o rechazo significativo y abuso) entonces podrías "fijar" este grupo de necesidades para el resto de tu vida.

Esta es la comprensión de Maslow sobre la neurosis. Quizás de pequeño pasaste por calamidades. Ahora tienes todo lo que tu corazón necesita; pero te sientes como necesitado obsesivamente por tener dinero y ahorrar constantemente. O quizás tus padres se divorciaron cuando aún eras muy pequeño; ahora tienes una esposa maravillosa, pero constantemente te sientes celoso o crees que te va abandonar a la primera oportunidad porque no eres lo suficientemente "bueno" para ella.

5. Autorrealización

Una persona que se encuentra en este nivel es porque tiene las demás necesidades satisfechas en su totalidad. Un ejemplo de una persona que se encuentra en este nivel es independiente, tiene confianza en ella misma, se considera una persona exitosa y siente que tiene todo lo que necesita para ser feliz. Le gusta ayudar a los demás y tiene una mente abierta, respeta las ideas y opiniones de los demás así como las propias, le gusta estar constantemente aprendiendo cosas nuevas y se preocupa mucho por su desarrollo personal.

Lo contrario a esta persona sería aquella que a pesar de tener éxito y que le gusta lo que hace, no se siente del todo satisfecha y tiene la sensación permanente de que algo le falta para alcanzar la felicidad. No es sorprendente, por tanto, que siendo nuestro mundo tan difícil como es, solo existan un puñado de personas que sean verdadera y predominantemente autorealizadas. En algún momento, Maslow sugirió que tan solo un 2%.

La pregunta surge entonces: ¿qué es lo que Maslow quiere decir exactamente con autorrealización? Para responder, tendremos que analizar a aquellas personas que Maslow considera autorrealizadas.

Empezó escogiendo a un grupo de personas, algunas figuras históricas, a otras que conocía; que a él le parecía que cumplían con los criterios de ser autorrealizadas. Se incluyeron en este angosto grupo personajes como Abraham Lincoln, Thomas Jefferson, Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Eleanor Roosevelt, William James, Benedict Spinoza, y otros. Luego se centró en sus biografías, escritos, actos y palabras de aquellos a los que conoció personalmente y así sucesivamente. De estas fuentes, desarrolló entonces una lista de cualidades similares a todo el grupo, opuesta a la gran masa compuesta por el resto de los mortales como nosotros.

Estas personas eran centradas en la realidad, lo que significa que pueden diferenciar lo que es falso o ficticio de lo que es real y genuino. También eran personas centradas en el problema, o lo que es lo mismo, personas que enfrentan los problemas de la realidad en virtud de sus soluciones, no como problemas personales insolucionables o ante los que se someten. Y además tenían una percepción diferente de los significados y los fines. Creían que los fines no necesariamente justifican los medios; que los medios pueden ser fines en sí mismos y que los medios (el viaje) eran con frecuencia más importante que los fines. 

Los autorealizados poseían también una manera peculiar de relacionarse con los demás. En primer lugar, tenían una necesidad de privacidad, y se sentían cómodos estando solos. Eran relativamente independientes de la cultura y el entorno, apoyándose más en sus propias experiencias y juicios. Así mismo, eran resistentes a la enculturación, esto es, que no eran susceptibles a la presión social; eran de hecho, inconformistas en el mejor sentido.

Además, poseían lo que Maslow llamaba valores democráticos, o sea, que eran abiertos a la variedad étnica e individual, e incluso la defendían. Tenían la cualidad llamada en alemán Gemeinschaftsgefühl (interés social, compasión, humanidad). Y disfrutaban de las relaciones personales íntimas con pocos amigos cercanos y miembros familiares, más que un montón de relaciones superficiales con mucha gente.

Tenían un sentido del humor no hostil, prefiriendo las bromas a costa de sí mismos o de la condición humana, pero nunca dirigida a otros. Poseían además una cualidad llamada aceptación de sí mismo y de los demás, lo cual implica que preferían aceptara las personas como eran, más que querer cambiarlas. La misma actitud la tenían consigo mismos: si tenían alguna cualidad que no fuese dañina, la dejaban estar, incluso aunque fuese una rareza personal. En consonancia con esto surge la espontaneidad y simplicidad: ellos preferían ser ellos mismos antes que pretenciosos o artificiales. De hecho, ante sus inconformidades, tendían a ser convencionales en la superficie, precisamente lo contrario a los inconformistas menos autorrealizados que tienden a ser más dramáticos.

Así mismo, estas personas tenían una cierta frescura en la apreciación; una habilidad para ver cosas, incluso ordinarias, como preciosas. Por consiguiente eran creativos, inventivos y originales. Y, finalmente, tenían una tendencia a vivir con mayor intensidad las experiencias que el resto de las personas. Una experiencia pico, como le llama el autor, es aquella que te hace sentir como fuera de ti; como perteneciente a un Universo; como pequeño o grande en virtud de tu pertenencia a la naturaleza. Estas experiencias tienden a dejar una huella sobre las personas que las viven, cambiándoles a mejor; muchas gentes buscan estas experiencias de forma activa. También son llamadas experiencias místicas y constituyen parte importante de muchas religiones y tradiciones filosóficas.

No obstante, Maslow no cree que los autorrealizados sean personas perfectas. También descubrió una serie de imperfecciones a lo largo de su análisis: en primer lugar, con bastante frecuencia sentían ansiedad y culpa; pero una ansiedad y culpa realistas, no neuróticas o fuera de contexto. Algunos de ellos eran "idos" (ausentes mentalmente). Y por último, algunos otros sufrían de momentos de pérdida de humor, frialdad y rudeza.

¿Qué suelen tener en común las personas autorrealizadas?

Aunque encontrarse plenamente autorrealizado es complejo (de hecho Maslow indicaba más bien la existencia de necesidad de autoactualización o de mejorarse continuamente al considerar que pocas personas llegaban a alcanzar el ideal de la autorrealización), tanto este autor como otros consideran que los sujetos autorrealizados tienen una serie de características en común.

En primer lugar quien se siente autorrealizado tiende a tener una visión y percepción del mundo adecuada, siendo capaz de aceptarse a sí mismo y al mundo que le rodea tal cual es. Esto es llevado a cabo de manera independiente a las influencias socioculturales o de la opinión de los demás.

La autorrealización conlleva la asunción de libertad para con uno mismo, siendo capaces las personas autorrealizadas de ser tal cual son y manifestando naturalidad y espontaneidad. No suelen caer en estereotipos, y suelen preocuparse más por la resolución de los problemas que por el hecho de tenerlos.

Sus relaciones personales suelen ser profundas, aunque suelen ser selectivos para con ellas. Necesitan intimidad para con unas pocas personas, aunque reconocen también la necesidad de distanciarse y mantener cierto nivel de privacidad. Aún así tienen un alto sentido de comunidad y de identificarse con la humanidad.

Se centran en ideales y son coherentes con sus valores e ideales, además de ser capaces de centrarse y resolver los problemas reales que tienen. El sentirse autorrealizado suele llevar a estas personas a sentirse bien, en un estado de elevación emocional e incluso en ocasiones de experiencias de flow y místicas.

Destaca especialmente que las personas autorrealizadas suelen manifestar altos niveles de creatividad, y ser inconformistas con lo que no les parece correcto (a pesar de poder ver que su opción no es la única válida). Poseen también certeza ética y suelen actuar conforme a sus convicciones, además de actuar con tendencia democrática y con capacidad de apreciar a los demás. Eso sí, sentirse autorrealizado no implica que no tengamos defectos o imperfecciones, al igual que todo el mundo.

Metanecesidades y metapatologías

Otra forma en que Maslow aborda la problemática sobre lo que es autorrealización, es hablar de las necesidades impulsivas (por supuesto, las B-needs) de los autorrealizados. Necesitaban lo siguiente para ser felices:

  • Verdad, en vez de la deshonestidad.
  • Bondad, mejor que maldad.
  • Belleza, no vulgaridad o fealdad.
  • Unidad, integridad y trascendencia de los opuestos, en vez de arbitrariedad o elecciones forzadas.
  • Vitalidad, no pobredumbre o mecanización de la vida.
  • Singularidad, no uniformidad blanda.
  • Perfección y necesidad, no inconsistencia o accidentalidad.
  • Realización, en vez de ser incompleto.
  • Justicia y orden, no injusticia y falta de ley.
  • Simplicidad, no complejidad innecesaria.
  • Riqueza, no empobrecimiento ambiental.
  • Fortaleza, en vez de constricción.
  • Juguetonería, no aburrimiento, ni falta de humor.
  • Autosuficiencia, no dependencia.
  • Búsqueda de lo significativo, no sensiblería.

De primera vista, se podría pensar que obviamente todos necesitamos esto. Pero, detengámonos un momento: si estás atravesando un periodo de guerra o depresión, estás viviendo en un gueto o en un entorno rural muy pobre, ¿te preocuparías por estas cuestiones o estarías más ocupado en cómo conseguir comida y techo? De hecho, Maslow cree que mucho de lo malo que hay en el mundo actualmente viene dado porque no nos ocupamos demasiado en estos valores, no porque seamos malas personas, sino porque ni siquiera tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas.

Cuando un autorrealizado no llena estas necesidades, responde con metapatologías, una lista de problemas tan largo como la lista de necesidades. Para resumirlas diríamos que cuando un autorrealizado es forzado a vivir sin estas necesidades, desarrollará depresión, invalidez emocional, disgusto, alineación y un cierto grado de cinismo.

Hacia el final de su vida, el autor dio el impulso a lo que se llamó La Cuarta Fuerza en Psicología. Los freudianos y otros psicólogos "profundos" constituían la primera fuerza; los conductistas, la segunda; su propio humanismo, incluyendo a los existencialistas europeos, eran la tercera fuerza. La cuarta fuerza fue la psicología transpersonal, la cual, partiendo de los filósofos orientales, investigaron cuestiones como la meditación, niveles altos de conciencia e incluso fenómenos paranormales. Probablemente, el transpersonalista más conocido hoy en día sea Ken Wilber, autor de libros como The Atman Project y The History of Everything.

 


Otras necesidades según Maslow

Además de estas necesidades, Maslow identificó otras tres categorías, dando una modificación a la jerarquía de necesidades, las cuales describe como Necesidades Estéticas (refiriéndose a grupo de personas que están motivadas por la necesidad de belleza exterior), Necesidades Cognitivas (deseos de conocer nuevas cosas, descubrir misterios e investigar), y Necesidades de Autotrascendencia (aquellos factores que convergen hacia la espiritualidad, como lo es el servicio a otros, la fe religiosa, el conocer la ciencia y su unión con lo divino).

Carl Rogers

Carl Rogers - Vida, obras y contribuciones a la psicología

Biografía

Carl Ransom Rogers nació el día de enero de 1902 en Oak Park, Chicago, siendo el cuarto de seis hermanos. Sus padres fueron Walter Rogers (ingeniero civil) y Julia Rogers (ama de casa), siendo el cuarto de seis hermanos. La familia tenía fuertes convicciones cristianas y evangélicas, siendo la religión importante en el desarrollo madurativo e intelectual del autor. La vinculación familiar era positiva y estrecha, inculcando los padres valores como la importancia del esfuerzo y la perseverancia.

Cuando tenía doce años su familia compró una granja y se trasladó a ella, transcurriendo en ella su adolescencia y adquiriendo Rogers un gran interés en la agricultura y la biología, participando activamente en el cuidado de los animales y leyendo a menudo literatura científica vinculada a dicho sector.

En 1919 se inscribió en la Universidad de Wisconsin en la carrera de Agricultura. Sin embargo, a lo largo de sus estudios y tras la asistencia a diversas jornadas religiosas decidió virar su interés y sus estudios hacia la teología y la historia.

En 1922, durante su penúltimo año de estudios, fue escogido para participar en una conferencia internacional de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos en China. Durante la estancia en el continente asiático y en la conferencia pudo observar una gran diversidad de creencias y el enfrentamiento aún existente entre los miembros de los países involucrados en bandos opuestos durante la Primera Guerra Mundial. Este viaje haría que Rogers se replanteara su concepción de la vida. Tras su vuelta, se gradúa en Historia.

Durante sus años universitarios retomaría el contacto con Ellen Elliott, una antigua compañera de primaria de quien se enamoraría y con quien terminaría por casarse en 1924. Tras ello y una vez terminados sus estudios la pareja se mudó a Nueva York, donde Rogers se inscribiría en el “Union Theological Seminary”. Allí proseguiría sus estudios sobre teología y filosofía a la par que empezaría a asistir a diferentes cursos de la Escuela de Maestros de la Universidad de Columbia. En estos últimos descubrió y se interesó por aspectos vinculados a la psicología.

Tras concluir en uno de los seminarios que su camino y su filosofía no se adscribían a la religión (si bien conservaba el interés por aspectos como el significado de la vida), decidió abandonar la carrera de teología. Asimismo se inscribiría en la Universidad de Columbia para estudiar Psicología, concretamente en el programa de psicología clínica, y empezaría a trabajar con menores en el Instituto para la Orientación Infantil de Nueva York. Obtuvo el título de máster en 1928, y el doctorado en Psicología en 1931.

Durante el año 1928, fue contratado en la Sociedad de Rochester para la Prevención de la Crueldad Infantil, en el que trabajaría aspectos como la prevención de los delitos en jóvenes en riesgo de exclusión social y con distintas problemáticas y del que llegaría a ser nombrado director. En este lugar trabajaría durante doce años, observando y trabajando con múltiples pacientes. 

En Rochester observó en diversas ocasiones que en el trabajo con pacientes es el propio cliente quien más sabe qué le afecta y dónde se encuentran sus problemas, a menudo sabiendo qué dirección debe tomarse para resolverlos. También intentó apresurarse a presentar propuestas sobre formas de terapia.

En 1940 fue contratado por la Universidad Estatal de Ohia como docente, tras la publicación de su primer libro “Clinical Treatment of the Problem Child” el año anterior. El mismo año empezaría a realizar conferencias, resultando remarcable la realizada en la Universidad de Minesotta en la que establecería las bases de la terapia no directiva. Rogers planteaba que el usuario de los servicios del psicólogo no era paciente sino cliente (lo que supone que el sujeto no se limita a recibir la intervención sino que es un sujeto activo y el artífice de su propia recuperación) y que el papel del terapeuta es ayudar al cliente de una forma no directiva, como un apoyo a la propia actividad del sujeto.

En 1945 fue invitado a crear un centro asistencial en la Universidad de Chicago, aprendiendo conforme pasaba el tiempo a establecer relaciones útiles, cercanas y terapéuticamente productivas con sus pacientes. Debido a sus numerosas contribuciones en 1947 fue nombrado presidente de la American Psychological Association (APA). A lo largo de 1951 publicaría “Psicoterapia centrada en el cliente”, en la que el autor desarrolla su conocida teoría en la que remarca el papel de la capacidad de cada uno de nosotros para lograr el crecimiento y el cambio personal.

Rogers volvió a la Universidad de Wisconsin en 1957, donde ejercería de profesor del departamento de psicología a la par que realizaría programas de investigación con población esquizofrénica. Sin embargo diferentes conflictos en dicho departamento provocaron que el autor se desencantara con el mundo universitario. En 1964 se le ofreció un puesto como investigador en La Jolla, lugar donde residió y trabajó hasta su muerte.

Durante sus últimos años de vida Carl Rogers siguió investigando y publicando diferentes obras de gran calado, además de realizar trabajo en la práctica clínica y diversas conferencias.

En febrero de 1987 Rogers se fracturó la cadera en una caída que hizo que tuviese que someterse a una intervención quirúrgica. La intervención fue un éxito, pero poco después padeció un paro cardíaco. Carl Rogers falleció el 4 de febrero de 1987 en San Diego, California.

El legado de Rogers es amplio. Se trata de uno de los autores pioneros de la psicología humanista, altamente interesado en el desarrollo personal y en la posibilidad de la propia persona de regir su vida y evolucionar. Además de ello destaca la concepción de la terapia centrada en el cliente, la importancia dada a la interacción entre terapeuta y paciente y el hecho de proponer una terapia no directiva, que supusieron una revolución en su época. Muchos de sus métodos se siguen aplicando a día de hoy, o bien han servido de inspiración para otros autores. 

Carl Rogers: Teoría Humanista

La teoría de Rogers puede ser definida como clínica puesto que está basada en años de experiencia con pacientes. Rogers comparte esta característica con Freud, por ejemplo, además de ser una teoría particularmente rica y madura (bien pensada) y lógicamente construida, con una aplicación amplia.

Sin embargo, no tiene nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las personas como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas. En otras palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y entiende la enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como distorsiones de la tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en que la teoría de Rogers es en principio simple.

En toda su extensión, la teoría de Rogers está construida a partir de una sola "fuerza de vida" que llama la tendencia actualizante. Esto puede definirse como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No estamos hablando aquí solamente de sobreviviencia: Rogers entendía que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su propósito, no será por falta de deseo.

Teoría de la personalidad de Carl Rogers

Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?; ¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿por qué, de hecho, buscamos descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras artísticas?

Rogers responde: porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo mejor que podamos.

Es importante en este punto tener en cuenta que a diferencia de cómo Abraham Maslow usa el término, Rogers aplica la fuerza de vida o tendencia actualizante a todas las criaturas vivientes. De hecho, algunos de sus ejemplos más tempranos incluyen algas y hongos.

Aplicación de la tendencia actualizante: ejemplos de la teoría

También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque, surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una epidemia que ataque a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es aplicable a nosotros como individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo cada vez más complejos, como el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a cualquier desastre, sea pequeño o grande.

No obstante, las personas, en el curso de la actualización de sus potenciales, crearon la sociedad y la cultura. En sí mismo esto no parece un problema: somos criaturas sociales; está en nuestra naturaleza. Pero, al crear la cultura, se desarrolló una vida propia. En vez de mantenerse cercana a otros aspectos de nuestras naturalezas, la cultura puede tornarse en una fuerza con derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra actualización muere, de la misma manera moriremos con ella.

Entendámonos, la cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas. Es un poco como los pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El llamativo y colorido plumaje de los machos aparentemente distrae a los depredadores de las hembras y pequeños. La selección natural ha llevado a estos pájaros a cada vez más y más elaboradas alas y colas, de forma tal que en algunas especies no pueden ni siquiera alzar el vuelo de la tierra. En este sentido y hasta este punto, no parece que ser muy colorido sea tan bueno para el macho, ¿no? De la misma forma, nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas, las increíbles tecnologías; esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo tiempo servirnos para hacernos daño e incluso probablemente a destruirnos.

El libre albedrío y los inicios de la teoría humanista

Rogers nos dice que los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha provisto de los sentidos, los gustos, las discriminaciones que necesitamos: cuando tenemos hambre, encontramos comida, no cualquier comida, sino una que nos sepa bien. La comida que sabe mal tiende a ser dañina e insana. Esto es lo que los sabores malos y buenos son: ¡nuestras lecciones evolutivas lo dejan claro! A esto le llamamos valor organísmico.

  • Rogers agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto, atención, crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. De hecho, muy bien podría morirse sin esto. Ciertamente, fallarían en prosperar; en ser todo lo que podrían ser.
  • Otra cuestión, quizás exclusivamente humana, que valoramos es la recompensa positivo de uno mismo, lo que incluye la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo positiva. Es a través de los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida lo que nos permite alcanzar este cuidado personal. Si esto, nos sentimos minúsculos y desamparados y de nuevo no llegamos a ser todo lo que podríamos ser.

Detalles de la teoría de Carl Rogers

De la misma forma que Maslow, Rogers cree que si les dejamos a su libre albedrío, los animales buscarán aquello que es lo mejor para ellos; conseguirán la mejor comida, por ejemplo, y la consumirán en las mejores proporciones posible. Los bebés también parecen querer y gustar aquello que necesitan.

Sin embargo, a todo lo largo de nuestra historia, hemos creado un ambiente significativamente distinto de aquel del que partimos. En este nuevo ambiente encontramos cosas tan refinadas como el azúcar, harina, mantequilla, chocolate y demás que nuestros ancestros de África nunca conocieron.

Esta cosas poseen sabores que parecen gustar a nuestro valor organísmico, aunque no sirven para nuestra actualización. Dentro de millones de años, probablemente logremos que el brócoli nos parezca más apetitoso que el pastel de queso, pero para entonces no lo veremos ni tu ni yo.

Nuestra sociedad también nos reconduce con sus condiciones de valía. A medida que crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, la "media" y demás solo nos dan lo que necesitamos cuando demostremos que lo "merecemos", más que porque lo necesitemos. Podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo cuando hayamos terminado nuestro plato de verduras y, lo más importante, nos querrán sólo si nos portamos bién.

El lograr un cuidado positivo sobre "una condición" es lo que Rogers llama recompensa positiva condicionada. Dado que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa, estos condicionantes son muy poderosos y terminamos siendo sujetos muy determinados no por nuestros valores organísmicos o por nuestra tendencia actualizante, sino por una sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales. Un "buen chico" o una "buena chica" no necesariamente es un chico o una chica feliz.

A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos conduce a su vez a tener una autovalía positiva condicionada. Empezamos a querernos si cumplimos con los estándares que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las necesidades individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y por tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima.

Carl Rogers y la terapia centrada en el cliente. La terapia centrada en el cliente fue desarrollada por Carl Rogers en las décadas de 1940 y 1950. Sus aportaciones fueron fundamentales para el desarrollo de la psicoterapia científica tal y como la conocemos en la actualidad.

La obra de Rogers se enmarca en el humanismo psicológico, un movimiento que reivindicó la bondad del ser humano y su tendencia innata al crecimiento personal frente a las perspectivas más frías y pesimistas del psicoanálisis y del conductismo. Rogers y Abraham Maslow son considerados los pioneros de esta orientación teórica.

Para Rogers la psicopatología se deriva de la incongruencia entre la experiencia del organismo (“yo organísmico) y el autoconcepto, o sentido de la identidad; así, los síntomas aparecen cuando la conducta y las emociones no son coherentes con la idea que tiene la persona de ella misma.

En consecuencia la terapia debe focalizarse en que el cliente alcance dicha congruencia. Cuando lo haga podrá desarrollarse plenamente, mostrándose abierto a las experiencias del presente y sintiendo confianza en su propio organismo.

Probablemente la aportación más importante de Rogers fue la identificación de factores comunes que explican el éxito de distintas terapias. Para este autor -y para muchos otros después de él- la eficacia de la psicoterapia no depende tanto de que se apliquen determinadas técnicas como de que pase por unas fases concretas y de las actitudes del terapeuta.

Fases de la terapia

A partir de sus investigaciones Rogers propuso un esquema básico y flexible del proceso psicoterapéutico; a día de hoy este modelo sigue utilizándose, independientemente de la orientación teórica del terapeuta, si bien cada tipo de terapia puede focalizarse en una etapa concreta.

Posteriormente autores como Robert Carkhuff y Gerard Egan sometieron a investigación la propuesta de Rogers y la desarrollaron. Veamos cuáles son las tres fases principales de la terapia psicológica.

1. Catarsis

La palabra “catarsis” proviene de la Grecia clásica, donde se usaba para hacer referencia a la capacidad de la tragedia para purificar a las personas al hacerlas sentir compasión y miedo intensos. Posteriormente Freud y Breuer llamaron “método catártico” a su técnica terapéutica, consistente en la expresión de emociones reprimidas.

En este modelo, la catarsis es la exploración de las propias emociones y de la situación vital por parte del cliente. Egan habla de esta fase como “identificación y clarificación de situaciones conflictivas y oportunidades no aprovechadas”; se trata de que la persona logre centrar la problemática para poder resolverla durante las etapas siguientes.

La terapia centrada en la persona de Rogers se centra en la fase de catarsis: promueve el desarrollo personal del cliente para que más adelante éste pueda comprender y resolver sus problemas por sí mismo.

2. Insight

“Insight” es un término anglosajón que se puede traducir como “intuición”, “introspección”, “percepción”, “comprensión” o “profundización”, entre otras alternativas. En la terapia este término denota un momento en que el cliente reinterpreta su situación en conjunto y percibe “la verdad” -o al menos pasa a identificarse con una narrativa determinada.

En esta fase es clave el papel de las metas personales del cliente; según Egan, en la segunda etapa se construye una nueva perspectiva y se genera un compromiso con los nuevos objetivos. El psicoanálisis y la terapia psicodinámica se focalizan en la etapa de insight.

3. Acción

La fase de acción consiste, como su nombre indica, en actuar para lograr los nuevos objetivos. En esta fase se preparan y se aplican estrategias para solucionar los problemas que bloquean el bienestar o el desarrollo personal.

La terapia de modificación de conducta, que utiliza técnicas cognitivas y conductuales para resolver problemas concretos de los clientes, es probablemente el mejor ejemplo de psicoterapia focalizada en la fase de acción.

Actitudes terapéuticas

Según Rogers el éxito de la terapia depende fundamentalmente de que se cumplan ciertas condiciones; considera que estas son necesarias y suficientes para el cambio terapéutico, y por tanto más importantes que cualquier técnica concreta.

Entre estos requisitos, que se refieren a actitudes del cliente y del terapeuta, Rogers destaca los tres que dependen del clínico: la autenticidad, la empatía y la aceptación incondicional del cliente.

1. Contacto psicológico

Debe existir una relación personal entre el terapeuta y el cliente para que la terapia pueda funcionar. Además esta relación debe resultar significativa para ambas partes.

2. Incongruencia del cliente

La terapia sólo tendrá éxito en caso de que exista una incongruencia entre el yo organísmico del cliente y su autoconcepto. Como hemos explicado previamente, el concepto de “yo organísmico” se refiere a los procesos fisiológicos y el de “autoconcepto” al sentido de la identidad consciente.

3. Autenticidad del terapeuta

Que el terapeuta sea auténtico, o congruente, significa que se encuentra en contacto con sus sentimientos y que los comunica al cliente de forma abierta. Esto ayuda a crear una relación personal sincera y puede implicar que el terapeuta haga autorrevelaciones con respecto a su propia vida.

4. Aceptación positiva incondicional

El terapeuta debe aceptar al cliente tal y como es, sin juzgar sus actos o pensamientos, además de respetarlo e interesarse sinceramente por él. La aceptación positiva incondicional permite que el cliente perciba sus experiencias sin la distorsión propia de las relaciones cotidianas, y por tanto que pueda reinterpretarse a sí mismo sin juicios apriorísticos.

5. Comprensión empática

Para Rogers la empatía implica la capacidad de introducirse en la perspectiva del cliente y de percibir el mundo desde ésta, así como de experimentar sus sentimientos. La comprensión por parte del terapeuta facilita que el cliente se acepte a sí mismo y a sus experiencias.

6. Percepción del cliente

Aunque el terapeuta sienta verdadera empatía por el cliente y lo acepte de forma incondicional, si éste no lo percibe la relación terapéutica no se desarrollará adecuadamente; por tanto, el terapeuta debe ser capaz de transmitir al cliente las actitudes que le ayudarán a cambiar.

 
 

En resumen

La Psicología Humanista toma características del existencialismo y la fenomenología y propone un estudio del ser humano entendiéndolo como un ser consciente, intencional, en constante desarrollo y cuyas representaciones mentales y estados subjetivos son una fuente válida de conocimiento sobre sí mismo. Además, entiende que el comportamiento objetivable está causado por procesos mentales subjetivos, aspecto en el que difiere radicalmente con el conductismo.

Un psicólogo que se adscriba a esta corriente muy probablemente negará que el estudio del pensamiento tenga que partir sólo de la materia y la experimentación, ya que esto supondría una dosis inasumible de reduccionismo. En cambio, seguramente pondrá énfasis en la variabilidad de las experiencias humanas y en la importancia del contexto social en el que habitamos. Al acercar la psicología a lo que se ha dado a conocer como ciencias sociales, se puede decir que la Psicología Humanista admite la conexión entre filosofía, teoría moral, ciencia y técnica, y rechaza la visión de la ciencia como algo neutral alejado de cualquier posicionamiento ideológico o político.


Referencias Bibliográficas: 

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